miércoles, 14 de octubre de 2015

Vino de mi recuerdo

Recuerdo algún momento a finales de los años 70 y recuerdo esos días primaverales, brillantes y llenos de luz, calurosos, pero frescos a la sombra de los Olmos Salmantinos. Recuerdo la voz de mi padre, cálida, grave, copada de risas interminables, mientras yo me adormecía al amparo de aquellos grandes árboles movidos por el viento, susurrándome el roce de sus hojas durante la celebración del Padre Putas de vuelta a Salamanca ó también conocido como Lunes de Aguas que se celebra en el 13 de Abril de cada año, después de Cuaresma y donde los Hornazos llenaban la andorga de los festejantes y la resfrecaban con Tinta de Toro o Rufete o Prieto Picudo o Juan García, dependiendo de la zona de donde proviniese el Morapio.
Ya por aquel entonces, habíamos visitado mi querida Málaga en diversos Agostos de importante Canícula y habiendo yo probado en pequeña medida, el Morapio con el que se participaban nuestros mayores, comenzé a soñar con la llegada al aeropuerto de Málaga, entre palmeras movidas por el viento de poniente y chicas con el pelo amarillo blanquecino, deslumbrantes y de repente estar dentro de aquel taxi que nos llevaba a aquellos apartamentos lustrosos, con sus jardines premiados por su belleza y mientras mis hermanos gritaban desde el balcón de Eurosol: "Mamá vamos a la piscina!!!!"
Mi madre apuntaba con el dedo por encima del Glamouroso Hotel Pez Espada y nos relataba: "esa es la piscina que hemos venido a buscar", refiriéndose a ese mar lleno de borreguitos blanquísimos que movía el poniente en dirección a Málaga Capital.
Ese barrio marinero reconvertido a Cantinero, casi intransitable por aglomeración, la Carihuela, para poder recibir a la incipiente llegada de foráneos bautizados de esa nueva estirpe denominada turistas, que compraban souvenirs a destajo y se hacían fotos con el cachorro de tigre o el chimpancé que nos sorbía en la oreja. Aún noto ese sabor salino en el agua, que experimentaba por primera vez mientras nos bañábamos y nos hacíamos "agüaillas"y mientras despierto, la baba me resbala hasta frenar en la oreja y sigo escuchando a mi padre y sus amigos que no han dejado de disfrutar y comienzan a atacar de segundas a ese Hornazo Salmantino, en el que asoma trozos de lomo, Pimiento, Huevo cocido y chorizo Salmantino único, (como si de uno de los grandes del Duero se tratara), exudando aceite y pimentón entre la masa, recordando al famoso Farinato y yo empiezo a despejarme, mientras comienzo a preguntarme cuantos días quedan para que tomemos vacaciones de nuevo a mi Torremolinos querido y le pido a mi padre que me de un poco mas de mosto. Es aquí donde creo, nace el Vino de mi Recuerdo.
Hasta pronto.